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Una verdad muy gorda

  1. En Japón se consumen muy pocas grasas y el índice de ataques al corazón en ese país es menor que en Inglaterra y Estados Unidos.
  2. Por otro lado, en Francia se consumen bastantes grasas y, aún así, el índice de ataques al corazón en ese país es menor al de Inglaterra y Estados Unidos.
  3. En la India apenas se bebe vino tinto y el índice de ataques al corazón en ese país es menor que en Inglaterra y Estados Unidos.
  4. En España se bebe demasiado vino tinto y el índice de ataques al corazón en este país es menor que en Inglaterra y Estados Unidos.
  5. En Argelia apenas se hace el amor y el índice de ataques al corazón en ese país es menor que en Inglaterra y Estados Unidos.
  6. En Brasil se hace mucho el amor y el índice de ataques al corazón en este país es menor que en Inglaterra y Estados Unidos.

CONCLUSIÓN: Bebe, come y folla lo que te dé la gana; es hablar inglés lo que te mata.

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San Emeterio

Este es un señor que, para pensar y reflexionar sobre la vida, el bien y el mal… escogió un cementerio a las afueras de la ciudad, un cementerio tranquilo, sin ruido…

Paseando, le llamó la atención una lápida. Miró la dedicatoria que tenía puesta y decía lo siguiente:

Aquí yace Vicente, que vivió cien años y murió a los veinte.

Este hombre, sin entender muy bien qué es lo que aquella frase quería decir, miró a ver si veía a alguien que se lo pudiera explicar… mirando, mirando, vio al encargado del cementerio y fue directamente hacia él para ver si le podía explicar por qué ponía aquello en esa lápida.

—Sí, por supuesto que se lo puedo explicar. Lo escribí yo… —dijo el enterrador.
—Explique, explique —dijo el hombre excitado.
—Era un chico joven, de unos veintitantos, al que un día le tocó el gordo de la Primitiva y empezó a salir con muchas chicas; luego se aficionó a la bebida, más tarde a las drogas, luego a las putas… y, a los veintitantos, murió. Por eso le puse aquello.
—Hombre, esto está muy bien. ¿Usted sabe quién me podría escribir algo así en mi lápida cuando fallezca? —le dijo el hombre.
—Sí, yo mismo, yo escribí la del chaval.
—Perfecto —dijo el hombre contento.
—Primero he de hacerle algunas preguntas.
—Muy bien, empiece.
—¿Usted trabaja?
—Sí, entro a las 7 de la mañana y me acuesto a las 0:00 más o menos.
—¿Usted bebe?
—No, no; no me gusta el alcohol.
—¿Usted sale con alguna chica o está casado?
—No, el trabajo absorbe casi todo mi tiempo.
—¿Usted consume algún tipo de droga?
—No, no me van esas cosas.
—¿Cuál es su nombre?
—Emeterio.
—¡Muy bien! —exclamó el hombre— Ya tengo su inscripción.
—¿Y cuál es? —preguntó Emeterio.

A lo que el enterrador dijo:

Aquí yace Emeterio: del coño de su madre al cementerio.

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Los cinco secretos de una mujer feliz

  1. Es importante encontrar a un hombre que comparta contigo la responsabilidad y las tareas del hogar y que tenga un buen trabajo.
  2. Es importante encontrar a un hombre alegre, que disfrute del baile, los paseos y que te haga reír.
  3. Es importante encontrar a un hombre tierno de quien se pueda depender afectivamente sin que por ello te subordine y, además, que no mienta.
  4. Es importante encontrar a un hombre que sea buen amante y que adore tener sexo contigo.
  5. Es muy, pero muy importante, que estos 4 hombres no se conozcan entre sí.

CADENA: Envía esto a mujeres inteligentes que necesiten una sonrisa y a los hombres que pienses que pueden soportar la realidad… que sean inteligentes y que también necesiten una sonrisa.

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Chiste de abogados

Caminaba el hombre cabizbajo pues le habían echado de su octavo trabajo.

Y, ni en este ni en los siete anteriores, había llegado a durar una semana. Su mujer, que se había casado con él en una noche de borrachera, le había abandonado tan sólo dos días después. Su único hijo, producto de esa misma noche de borrachera, le odiaba y no quería saber nada de él.

Hasta sus amigos le habrían abandonado si alguna vez los hubiese tenido.

Se podría decir que estaba deprimido y desesperado y decidió lanzarse al Manzanares.

Tomó carrerilla y al ir a saltar, escuchó una vocecilla:
—¡¡Nooo!!, ¡¡no lo hagas!!

Sobresaltado, paró. Luego pensó que habría sido su subconsciente y volvió a tomar carrerilla. De nuevo, al ir a saltar, escuchó la vocecilla que le decía:
—¡¡¡Nooo!!, ¡¡por favor!! no lo hagas. ¡Si saltas, me aplastarás!

Se asomó y allí lo único que vio fue una enorme rana que le estaba hablando. Y le contestó:
—Mira, es que resulta que quiero suicidarme.
—Bueno, pues si de todas formas te vas a suicidar, antes podrías hacerme un favor. Resulta que no soy una rana, sino un humano que sufre un encantamiento. Para romper el encantamiento lo único que tienes que hacer es darme por culo.
—¿Dar por culo a una rana? ¡Qué asco!
—¿Qué más te da si te vas a suicidar? Así haces una buena obra.

Así que aquel buen hombre cogió a la rana, se escondió con ella en un váter público y comenzó a romper el hechizo dando por
culo al animalito.

En esto que el hechizo se rompió y la rana se transformó en una niñita de catorce años que chillaba como una loca…
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—Y esta es la versión de mi defendido, señor juez.